Los recién nacidos
tienen al nacer miles de millones de células cerebrales o neuronas, entre las
cuales se establecen conexiones, llamadas sinapsis, que se multiplican
rápidamente, al entrar en contacto el neonato con la estimulación exterior, y
que alcanzan el increíble número de mil billones. Estas sinapsis dan lugar a
estructuras funcionales en el cerebro, que van a constituir la base fisiológica
de las formaciones psicológicas que permiten configurar las condiciones para el
aprendizaje. No sería posible la creación de estos miles de millones de
conexiones nerviosas si el cerebro estuviera ya cargado de dichas
interconexiones neuronales, si no tuviera la posibilidad de la plasticidad,
concepto que es básico en la concepción de la estimulación en las primeras
edades. Sin embargo, a pesar de esta extraordinaria cantidad de neuronas al
nacimiento, y las posibilidades incalculables de realizar sinapsis, la
experiencia científica ha demostrado que el recién nacido tiene muchas neuronas
que cuando alcanza el tercer año de vida, y el doble de las que tendrán como
adultos. Esto indica, dado el hecho de que la neurona cuando muere no es
sustituida por otra y se pierde irremisiblemente, que la no estimulación
apropiada, o la falta de ella, no solamente impide la proliferación de las
células nerviosas, sino que hace que su número decrezca progresivamente, a
pesar de las condiciones tan favorables que tiene la corteza cerebral, por el
número de neuronas que posee cuando el niño o la niña nacen.
De esta manera se destaca que la falta de
estimulación puede tener efectos permanentes e irreversibles en el desarrollo
del cerebro, pues altera su organización, y las posibilidades de configurar las
estructuras funcionales que han de constituir la base fisiológica para las
condiciones positivas del aprendizaje.
Se han dado muchas definiciones de a qué se le
llama, o se conoce, por plasticidad del cerebro. Así, por citar algunas, Gollen
la categoriza como la capacidad, el potencial para los cambios, que permite
modificar la conducta o función y adaptarse a las demandas de un contexto – con
lo que se refiere principalmente al cambio conductual – mientras que Kaplan la
plantea como la habilidad para modificar sistemas orgánicos y patrones de
conducta, para responder a las demandas internas y externas, que en cierta medida
amplía el concepto conductual. C. Cotman la define como una capacidad general
del cerebro para adaptarse a las diferentes exigencias, estímulos y entornos, o
sea, la capacidad para crear nuevas conexiones entre las células cerebrales, y
que permite que, aunque el número de neuronas pueda mantenerse invariable, las
conexiones o sinapsis entre estas pueden variar, e incluso incrementarse, como
respuesta a determinadas exigencias.
La privación sensorial o la estimulación
temprana producen alteraciones en el desarrollo perceptivo, en la conducta
exploratoria y en la capacidad de aprendizaje y de solución de problemas del
individuo adulto, pero también tienen efectos en la conducta social.
Los péptidos cumplen una función de mensajeros
entre el sistema nervioso, endocrino e inmunológico, integrándolos en una red
psicosomática, a estos se los conoce como hormonas, neurotransmisores,
endorfinas, factores de crecimiento y otros, juegan un papel importante en las
comunicaciones a través del sistema nervioso y se les conoce también como la
manifestación bioquímica de las emociones que influyen en el comportamiento y
en el estado anímico.
MAS INFORMACION
MAS INFORMACION