Área Motriz: Esta área está
relacionada con la habilidad para moverse y desplazarse, permitiendo
al niño tomar contacto con el mundo. También comprende la
coordinación entre lo que se ve y lo que se toca, lo que lo hace
capaz de tomar los objetos con los dedos, pintar, dibujar, hacer
nudos, etc. Para desarrollar esta área es necesario dejar al niño
tocar, manipular e incluso llevarse a la boca lo que ve, permitir que
explore pero sin dejar de establecer límites frente a posibles
riesgos.
Área de lenguaje: Está
referida a las habilidades que le permitirán al niño comunicarse
con su entorno y abarca tres aspectos: La capacidad comprensiva,
expresiva y gestual.
La capacidad comprensiva se desarrolla desde el
nacimiento ya que el niño podrá entender ciertas palabras mucho
antes de que puede pronunciar un vocablo con sentido; por esta razón
es importante hablarle constantemente, de manera articulada
relacionándolo con cada actividad que realice o para designar un
objeto que manipule, de esta manera el niño reconocerá los sonidos
o palabras que escuche asociándolos y dándoles un significado para
luego imitarlos.
Área Socio-emocional: Esta área
incluye las experiencias afectivas y la socialización del niño, que
le permitirá querido y seguro, capaz de relacionarse con otros de
acuerdo a normas comunes.
Para el adecuado desarrollo de esta área es
primordial la participación de los padres o cuidadores como primeros
generadores de vínculos afectivos, es importante brindarles
seguridad, cuidado, atención y amor, además de servir de referencia
o ejemplo pues aprenderán cómo comportarse frente a otros, cómo
relacionarse, en conclusión, cómo ser persona en una sociedad
determinada. Los valores de la familia, el afecto y las reglas
de la sociedad le permitirán al niño, poco a poco, dominar su
propia conducta, expresar sus sentimientos y ser una persona
independiente y autónoma.
¿Cómo se desarrolla
el cerebro de los niños en la edad temprana?
Investigaciones afirman que el cerebro evoluciona de
manera sorprendente en los primeros años de vida y es el momento en
el que hace más eficaz el aprendizaje, esto porque el cerebro tiene
mayor plasticidad, es decir que se establecen conexiones entre
neuronas con mayor facilidad y eficacia, esto proceso se presenta
aproximadamente hasta los seis años de edad, a partir de entonces,
algunos circuitos neuronales se atrofian y otros se regeneran, por
ello el objetivo de la estimulación temprana es conseguir el mayor
número de conexiones neuronales haciendo que éstos circuitos se
regenere y sigan funcionando.
Para desarrollar la inteligencia, el cerebro
necesita de información. Los bebés reciben información de diversos
estímulos a través de los sentidos, lo hacen día y noche; si estos
estímulos son escasos o de pobre calidad, el cerebro tardará en
desarrollar sus capacidades o lo hará de manera inadecuada, por el
contrario al recibir una estimulación oportuna el infante podrá
adquirir niveles cerebrales superiores y lograr un óptimo desarrollo
intelectual. Así por ejemplo, al escuchar la voz de su madre,
percibir el olor del biberón o recibir una caricia: se produce una
catarata eléctrica que recorre su cerebro, para despertar conexiones
neuronales aún dormidas